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“La historia de las gafas” – Opticas Blink

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“La historia de las gafas”


Según los expertos, las gafas son el quinto invento mas importante desde que el hombre descubrió el fuego e inventó la rueda.
El primer utensilio que se acopla a los ojos para protegerlos de los rayos del sol se remonta a la prehistoria. Los Inuit, que significa “pueblo” o “Inut” que sería en singular; al verse rodeados por la omnipresente blancura, inmaculada de la nieve, una atmosfera clara y gran poder reflectante de rayos ultravioleta, causaban ceguera por el sol. La necesidad, al ser la madre del ingenio, impulsó al pueblo Inuit a fabricar las primeras gafas para la protección del sol hechas con madera, hueso o marfil, con dos ranuras delgadas dispuestas horizontalmente en cada ojo y atadas en cada extremo con piel de ballena o tendones de animales para anudarlas a la parte posterior de la cabeza; así permanecían firmes, permitiéndoles hacer sus labores de una manera practica y cómoda. Con esto reducían el inclemente fulgor de su entorno y la ceguera causada por el sol. Estas gafas son tan efectivas que desde hace mas de 2.000 años siguen en uso, al no tener vidrio no se empañan ni se congelan.
Se considera que la invención de las gafas es un avance fundamental en la historia de la humanidad. Pensemos en el dispositivo especial para la visión creado por el emperador Nerón (37-68 E.C), el observaba sus adoradas luchas de gladiadores a través de una esmeralda transparente con la esperanza de refrescarse sus ojos.
En el siglo XIII dos monjes franciscanos llamados Alejandro de la Espina y Roger Bacon desarrollaron un lente de cristal de roca y cuarzo el cual, al ser colocado sobre un texto escrito, amplificaba las letras. Esta “piedra de lectura”, fue una verdadera bendición para monjes ancianos con presbicia cuya calidad de vida mejoró significativamente.
Si bien las “piedras de lectura” ayudaron a las personas con la visión cotidiana, aun distaban mucho de parecerse a las gafas que conocemos en la actualidad. Para eso fue necesario un invento creado por las famosas fabricas de cristal de Murano en el siglo XIII. Murano, una pequeña isla al norte de Venecia, era considerada desde hacía mucho tiempo un centro de fabricación de cristal. La experiencia en la fabricación de cristal no era compartida con forasteros, las fórmulas eran absolutamente secretas y los “Cristalleri”, o fabricantes de cristal tenían prohibido abandonar la isla. En una época, cualquier persona que violara estas reglas podía ser condenado a muerte. Durante este periodo, todo el mundo miraba hacia Italia porque el cristal blanco necesario para producir las ayudas visuales solo era producido en las fábricas de cristal de Murano.
A partir de que se pudieron esmerilar los cristales y montar en armazones se dieron pasos enormes en la tecnología de las gafas. En un principio por comodidad se fue puliendo poco a poco lo que hacía incómodo usarlas, como que se estuvieran moviendo continuamente en la cara o que fueraN demasiado ajustados e incomodos.
En 1784 Benjamín Franklin creó las lentes que hoy en día se conocen como bifocales que son los predecesores de los lentes progresivos actuales.Luego de la aparición de la piedra de lectura, se desarrollaron ayudas visuales con todo tipo de formas y tamaños. Por ejemplo, el monóculo era un accesorio popular entre las mujeres y los hombres adinerados de Alemania e Inglaterra a partir de 1727. Los “impertinentes”, una ayuda visual que la persona sostiene delante de los ojos con un mango, le siguieron en 1780. Las gafas con montura de Nuremberg, apodadas de manera no muy afectuosa “estrujanarices”, también datan de esta época. Estas consistían en una montura delgada hecha con un solo trozo de alambre enrollado alrededor de los lentes. Aunque estaban hechas de materiales relativamente simples, eran extremadamente populares en el siglo XIX. Luego la moda cambió y las personas comenzaron a elegir los quevedos. La estrella de las ayudas visuales eran dos lentes conectados con un alambre con una montura con forma de círculo que se apoyaba en la nariz del usuario. A partir de 1841 este era el diseño mas representativo de la adinerada burguesía alemana.

En este punto, la calidad de las gafas había llegado a una nueva cúspide y aun así la gran marca alemana líder en calidad óptica de todo lo que puedas imaginar que usa refracción y difracción de la luz, ZEISS, pudo hacer algunas mejoras fundamentales a los lentes oftálmicos.
“Uno ve mejor con las gafas que sin ellas “, esa era la opinión predominante en la población en general. Pero ZEISS formuló una pregunta importante: ¿es posible optimizar aún más la visión de un usuario de gafas si se mejoran los lentes? En lugar de enfocarse en los productos que se venderían más, a partir de 1908 ZEISS comenzó a desarrollar lentes oftálmicos que ayudaran al ojo en todo el campo de visión. El equipo liderado por el famoso científico óptico Moritz Von Rohr (1868-1940) y el oftalmólogo sueco posteriormente galardonado con el premio Nobel Allvar Gullstrand (1862-1930) dedicó toda su atención a los lentes oftálmicos para pacientes con cataratas ya que ellos eran los que mas necesitaban mejorar la visión. De esta investigación surgieron los primeros lentes oftálmicos con buenas características de punto focal que generaron una revolución en el cuidado de la vista y cautivaron al mundo en 1912.
En 1935 se consiguió otro logro; ZEISS creó la primera montura en el mundo que se ajusta al usuario y que no se desliza. En otras palabras, ZEISS produjo el primer par de gafas modernas. Antes solo se podían usar gafas de vidrio circular.
En ópticas Blink nos sentimos muy orgullosos de poderte ofrecer marcas como la antes mencionada: ZEISS, ya que nos da mucha seguridad adaptar lentes de tan alta tecnología y facilita el servicio con nuestros pacientes, el trabajar codo a codo con laboratorios que han logrado robarnos el aliento, al ver una de las tantas imágenes del infinito firmamento, lleno de estrellas, galaxias, la infinidad misma captada por telescopios con lentes ZEISS; y al mismo tiempo permitirnos ver el microcosmos del que estamos formados por sistemas complejos de millones de células contempladas con microscopios que nos permiten darnos cuenta del enramado “caótico” que forma nuestro cuerpo.

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